6 de noviembre de 2011

El Perdón de Dios es nuestra motivación para perdonar

Perdonar no siempre es fácil. Cuando nos sentimos heridos y hay dolor no siempre tenemos un corazón dispuesto. Cuando hay raíces profundas es muy difícil, pero el punto cuando nos sentimos así es ¿Dónde encontramos la motivación para hacerlo? Tiene que haber algo mucho más grande que nuestro dolor, mucho más importante que nuestras necesidades y nos motive a renunciar a nuestras emociones y extender el perdón a otros.

Esa motivación no la encuentras con un buen libro, no la encuentras con una palmadita en la espalda, esa motivación la encontramos en Dios…


Mateo 18:23-35
"Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con
sus siervos. 24  "Al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10,000
talentos25  "Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto
con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda. 26  "Entonces el siervo
cayó postrado ante él, diciendo: 'Tenga paciencia conmigo y todo se lo pagaré.' 27  "Y el
señor de aquel siervo tuvo compasión, lo soltó y le perdonó la deuda. 28  "Pero al salir
aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía 100 denarios, y echándole
mano, lo ahogaba, diciendo: 'Paga lo que debes.' 29  "Entonces su consiervo, cayendo a sus
pies, le suplicaba: 'Ten paciencia conmigo y te pagaré.' 30  "Sin embargo, él no quiso, sino
que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31  "Así que cuando sus
consiervos vieron lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su
señor todo lo que había sucedido. 32  "Entonces, llamando al siervo, su señor le dijo:        
'Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. 33  '¿No deberías tú
también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?' 34  "Y
enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. 35 
"Así también Mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón cada uno a su
hermano."

Jesús cuenta una historia y dice que “El reino de los cielos es cómo esa historia que va a contar”. Nos cuenta de tres personajes: El Rey, El siervo del Rey y compañero del siervo que no quiso perdonar.

Lo primero que me llama la atención es que el Rey “En un momento determinado” quiso hacer cuentas con sus funcionarios…

Uno de ellos le debía 10,000 talentos. El problema de este es que este no tenia con que pagárselos. Según la ley cuando alguien no tenía dinero para pagar era vendido como esclavo para así pagar la deuda (junto con su familia y sus posesiones).

¿Qué hizo este hombre? ¿Qué harías tu en una situación así? Se llevan tus pertenencias, a tu esposa, tus hijos. Era obvio que iba a actuar de esta forma.

10,000 talentos, equivalían a los salarios de 10,000 hombres trabajando durante 17 años.

El templo de Salomón, era conocido a nivel mundial por las grandes cantidades de oro que contenía, y todo ese oro según el Antiguo Testamento, solamente llegaba a la suma de unos 8,000 talentos (1 crónicas 29:4-7) ¡Menos que la deuda de este hombre!

En su angustia este hombre se arrodilló y le rogó al Rey que lo perdonara.  Vemos que el Rey tuvo compasión y le perdonó la deuda.

Nuestra vida es similar a ese funcionario, poco a poco nos fuimos endeudando al punto de tener una deuda impagable delante de Dios.  Nuestra posición era lamentable, nadie podía pagar por nosotros, con justa razón merecíamos estar encarcelados. Las consecuencias eran lamentables.

Había tanto en nuestros corazones: Rencores, inmoralidad, avaricia, robo, orgullo, impureza, mentira…etc.…

Solo nos quedaba hacer una sola cosa… ¡Pedir misericordia!

¿Qué esperaríamos de un hombre que fue perdonado de esa manera? Que de esa forma extienda el perdón a otros. Esperaríamos a un hombre que estuviera dispuesto a amar como fue amado, a ser compasivo como fueron compasivos con él.

¿Qué tal nosotros? Muchas veces nuestra actitud es así. De manera escalofriante nos negamos a extender perdón a los demás.

Si Dios nos ha perdonado la deuda que teníamos con Él, nosotros también debemos perdonar a nuestros semejantes las deudas que tengan con nosotros. ¿Cuánto te deben hermano? ¿Por cuánto estás llevando del cuello a alguien que te ha lastimado?

Nada de lo que puedan hacernos se compara ni remotamente con lo que nosotros le hemos hecho a Dios. Aun la ofensa más pequeña se quedará siempre corta comparada con todo lo que se nos ha perdonado.

Ilustración:
A. R. S. Kennedy hace una comparación para que comprendamos la diferencia cuantitativa que había entre las dos deudas. Ej. Supongamos que esas cantidades se reunieran en monedas. La -deuda de 100 denarios se podría llevar en un bolsillo. Los 10.000 talentos requerirían para llevarlos un ejército de unos 8,000 cargueros, cada uno con un saco de 50 kilos y la fila de los portadores ocuparía una distancia de 8 kilómetros.

El contraste entre las dos deudas es alucinante.

V. 33  ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?

¿Qué hizo el Rey? Se enojó, he hizo que “lo castigaran” Literalmente del griego “lo torturó”. Dios no tratará livianamente a la persona que no perdona.

A Dios le duele cuando tú y yo no entendemos cuanto hemos sido perdonados. Es tiempo de arrepentirse, hoy que sea un tiempo de pedir perdón y de recordar, sí, de recordar la deuda que fue quitada de nuestras vidas.