19 de agosto de 2013

Dichosos los humildes



Mateo 5:5
"Dichosos los humildes,
porque heredarán la tierra prometida.

La recompensa es grande, pero la labor es todo un desafío. ¿Quién es verdaderamente humilde? Las palabras de Jesús nos retan y nos alientan a la vez. Escuché la historia de un hombre que le dieron la medalla por ser “El hombre más humilde del mundo” pero se la quitaron cuando se la puso.

Me atrevo a decir que todos luchamos con esto, algunos en más medida que otros.  
Mucha gente puede admirar a alguien humilde pero no estar dispuesto a imitarlo, o pueden quizás a ver a alguien humilde y relacionarlo con falta de carácter,  debilidad, cobardía, etc., pero ¿Qué es la humildad?


La palabra griega que se traduce como “Manso” (en algunas Biblias traducen “Humildes”) es “Praus” la cual tiene varios sentidos, uno de ellos es para hacer referencia a un animal que ha sido domesticado, que está acostumbrado a obedecer la palabra de mando, que ha aprendido a obedecer las riendas. Es la palabra que se usa de para referirse a alguien que ha aprendido a aceptar el control.

Así que podríamos decir que la humildad tiene que ver con aquella persona que tiene bajo control todos sus instintos, impulsos y pasiones.

Así que la persona humilde no es la que carece de carácter sino aquella que lo controla, que tiene un entendimiento de sus limitaciones y fortalezas, así que escucha, no cree que todo lo sabe o que siempre tiene la razón, sino que está dispuesta a escuchar todos los puntos de vista sin afanarse.

Sin humildad no se puede aprender, porque el primer paso en el aprendizaje es ser conscientes de nuestra propia ignorancia. No se le puede enseñar nada a una persona que cree que ya lo sabe todo.

Sin humildad no se puede ver a Dios, porque todo cristianismo verdadero empieza por darnos cuenta de nuestra verdadera debilidad. Sin humildad no podemos crecer cuando somos corregidos por Dios, por la Biblia y por las demás personas.
El orgullo nos estanca como cristianos y nos aísla al terreno de nuestra propia razón. Sin humildad nunca pediremos perdón, nunca seguiremos a nadie, nunca tendremos un matrimonio estable, nunca tendremos amistades duraderas, pero sobre todo SIN HUMILDAD NO HEREDAREMOS LA TIERRA PROMETIDA, un desafío grande pero con una gran recompensa.

Me impacta el corazón de este salmista, es el corazón que debemos tener siempre.

Salmo 19:12-13
¿Quién se da cuenta de sus propios errores?
¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas!
Quítale el orgullo a tu siervo; no permitas que el orgullo me domine.
Así seré un hombre sin tacha; estaré libre de gran pecado.