13 de junio de 2016

¿Bueno o malo?


Vamos a estudiar la siguiente escritura en Romanos.

Romanos 7:14-25
Sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy débil, vendido como esclavo al pecado. No entiendo el resultado de mis acciones, pues no hago lo que quiero, y en cambio aquello que odio es precisamente lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena. Así que ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza débil, no reside el bien; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer. Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso. ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: yo entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero en mi debilidad estoy sometido a la ley del pecado.


Este pasaje de la Biblia es especial y a la vez interesante.
Algunas personas a través de la historia han pensado que quizás esta porción fue escrita por un no cristiano, otras piensan que efectivamente es un cristiano el que habla.

Un lado dice que hay demasiada esclavitud al pecado para un cristiano (¿Dónde está la evidencia del Espíritu Santo en esta persona?); Y otro dice que hay demasiado deseo de hacer lo bueno para que sea incrédulo.
                                                                                
No puede ser un cristiano y estar esclavizado al pecado y no puede ser un incrédulo y desear el guardar la Ley de Dios, y ahí está el conflicto al interpretar el pasaje.

Tomando en cuenta el versículo 22 “En mi interior me gusta la ley de Dios” podemos concluir que este hombre que escribe es un Cristiano, porque un No-cristiano nunca tiene el deseo de cumplir la ley de Dios, ni siquiera le gusta.

Entonces si es un Cristiano ¿Qué tipo de Cristiano es?

Podríamos pensar que es un Cristiano legalista, un fariseo que trata por su cuenta llegar a la justicia, pero no es así ¿porqué razón? Un legalista siempre tiene una imagen de perfección de si misma, siempre pensará que es perfecto ¿Recuerdan el Fariseo y el cobrador de impuestos?

Entonces ¿Quién es este cristiano? ¿Uno débil? ¿Uno que no puede controlar su naturaleza? ¿Uno que está a punto de irse de la Iglesia?

Ninguno de estos. Está escribiendo el cristiano más maduro posible.

Es un Cristiano maduro porque ve con tanta claridad la incapacidad de su carne en contraste a la santidad del estándar divino. ¿Lo ves? Y entre más maduro es él, y entre más espiritual, mayor será la sensibilidad ante sus propias faltas.

“Muéstreme usted a un tipo de cristiano “infantil”, carnal, legalista, que piensa que es bueno en sí mismo y le voy a enseñar a alguien que vive con la ilusión de que todo lo que él está haciendo realmente es muy espiritual. Enséñeme usted una persona con este tipo de actitud quebrantada. Enséñeme una persona que está agonizando en las profundidades de su propia alma porque no puede hacer todo lo que está escrito en la Ley de Dios, y le voy a ensenar a usted una persona espiritual”
John McArthur

Y entonces al que tenemos aquí es a Pablo, sí a Pablo.

Pablo era bueno antes de salvarse, cuando vivía creyendo que todo lo que hacía era correcto, pero ahora que se convierte Él realmente se ve a si mismo y dice “Que malo soy”… Según el estándar de Dios realmente yo estoy largo.

Una persona sensible a su pecado, maduro en su Fe.

¿Qué hacen los años en la Fe contigo? Muchas veces nos vuelven insensibles hacía nuestro propio pecado. Muchas veces ocultamos nuestro pecado en lugar de revelarlo, muchas veces nos escondemos en la apariencia de nuestro legalismo y nuestro orgullo no nos motiva a reconocer nuestras faltas.

Pablo se miraba a si mismo y pensaba “Necesito ayuda” “El estándar de Dios es alto” “Debo esforzarme por ser mejor aunque entiendo que solo por la Gracia de Dios estoy donde estoy”.

¿Quieres ver cómo me miraba Pablo dentro de la Iglesia?
        
1 Corintios 15:9
Pues yo soy el menos importante de los apóstoles, y ni siquiera merezco llamarme apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.

Él no dice yo estaba preparado para ser un Apóstol, él dijo que “yo en este momento no soy digno de ser un Apóstol, yo soy el más pequeño de todos”

Efesios 3:8
Yo soy menos que el más pequeño de todos los que pertenecen al pueblo santo; pero él me ha concedido este privilegio de anunciar a los no judíos la buena noticia de las incontables riquezas de Cristo.

Ahora va a bajar más, él solía ser el más pequeño ahora es menor que el más pequeño.
1 Timoteo 1:15
Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

Mira atentamente esta expresión Pablo no dice “Fui el más grande de los pecadores” Pablo dice “Soy el primero de los pecadores”.

Todavía se ve a si mismo y dice “Soy un gran pecador” “Necesito todos los días abrir mi corazón y entender que soy malo, que no puedo con mis fuerzas y que necesito de Dios”.

Conclusión hermano:

¿Cómo me veo? ¿Soy sensible a mis pecados? ¿Estoy evitando profundizar en mi vida para no revelar quien realmente soy? ¿Creo que estoy bien, que soy bueno, santo y perfecto? ¡Cuidado!

O ¿Desesperadamente reconozco que necesito de Dios, que mis debilidades son muchas y que por eso valoro la ayuda que Dios y la Iglesia me da?

Es mejor parecer débil y salvarse, que ocultar nuestro pecado y marcharse de la Iglesia.