El año 30 d. de J.C. comenzó como cualquier
otro año. Los sacerdotes judíos aún ofrecían sacrificios diarios en el templo.
Los agricultores trabajaban en sus campos, y las mujeres lavaban ropa en los
arroyos. Los pescadores colgaban sus redes para que se secaran a orillas del
Mar de Galilea. ¡
Pero de pronto apareció en escena un profeta llamado Juan! Vestido con pelo de camello y un cinto de cuero, Juan era un personaje que atraía la atención de la gente. Y consigo traía un mensaje alarmante: ¡el reino de Dios estaba cerca!
Pero de pronto apareció en escena un profeta llamado Juan! Vestido con pelo de camello y un cinto de cuero, Juan era un personaje que atraía la atención de la gente. Y consigo traía un mensaje alarmante: ¡el reino de Dios estaba cerca!
Para los judíos, esto significaba que el
Mesías estaba por venir. ¡Significaba la expulsión del control romano!
Significaba que ellos recuperarían su independencia como nación. No es de
extrañarse que el mensaje de Juan llamara la atención de todos. La gente acudió
a él para averiguar qué deberían hacer a fin de prepararse para este reino.
Sin embargo, cuando Juan identificó a Jesús
como su tan esperado Mesías, la mayoría de los judíos no se sintieron
emocionados. ¿Jesús de Nazaret? Él no parecía ser el Mesías que ellos
esperaban. Obviamente,
él no era un guerrero. Y ni siquiera intentaba organizar un ejército para
liberar a los judíos del poder romano. De hecho, él ni siquiera predicaba contra
los romanos.
El
Mensaje de Jesús era acerca del Reino de Dios.
Hay
cerca de cien referencias al reino de Dios a través de los evangelios.
Además, la mayoría de las parábolas de Jesús
fueron sobre el reino. De hecho, Jesús dijo que la razón por la que él fue
enviado a la tierra fue para anunciar el reino: “Es necesario que también a
otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he
sido enviado” (Lucas 4.43).
Cuando
Jesús comisionó a sus discípulos, les dijo específicamente que predicaran
acerca del reino. Notemos sus instrucciones:
Vayan
y anuncien que el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 10:7)
Jesús
reunió a sus doce discípulos, y les dio poder y autoridad para expulsar toda
clase de demonios y para curar enfermedades.2 Los envió a anunciar el reino de Dios y a
sanar a los enfermos. (Lucas 9:1-2)
Sanen
a los enfermos que haya allí, y díganles: 'El reino de Dios y a está cerca de
ustedes. (Lucas 10:9)
¿Qué es este reino de
Dios?
Todo
reino posee cuatro componentes fundamentales:
- Un gobernante o gobernantes
- Súbditos
- Un territorio o área dominada
- Leyes
El reino de Dios no es diferente. Posee un
gobernante, súbditos, territorio y leyes. Sin embargo, el Reino de Dios es un
reino diferente, de otra naturaleza a los reinos de la tierra.
Para
comenzar, el reino de Dios no tiene un gobernante terrenal. Su gobernante es
Jesucristo quien reina desde el cielo. Tiene leyes (que están escritas en la
Biblia), tiene territorio (que nos está esperando en el cielo).
¿Quiénes son los ciudadanos del reino de Dios?
Juan 3:5
Jesús le contestó: –Te aseguro que el que no nace
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Los que pertenecen al reino de Dios son todas
aquellas personas que han creído en Jesús, se han arrepentido de sus pecados,
se han bautizado y a través del bautismo han nacido de nuevo, esos son los ciudadanos
del reino de Dios y herederos de las promesas de Dios.
Al
escribirles a los cristianos gentiles de su tiempo, Pedro se dirigió a ellos
con las siguientes palabras:
1 Pedro 2:9
Pero ustedes son una familia escogida, un
sacerdocio al servicio del rey, una nación santa,
un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para
que anuncien las obras maravillosas de
Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad
para entrar en su luz maravillosa.
De modo que los ciudadanos del reino de Dios
son llamados a ser una nación santa. Un pueblo adquirido por Dios, un
sacerdocio al servicio de un Rey. Tenemos un rey a quien rendirle reverencia.
El
reino de Dios es cuando entendemos que no estamos para hacer nuestra voluntad
sino para hacer la voluntad de nuestro Dios. Eso es el reino de Dios.
El
reino de los israelitas había abarcado un área geográfica específica. Ahora el
reino de Dios no era en este mundo era algo diferente.
Tenemos un rey y debemos rendirle reverencia, honor,
honra, no nos guiamos por estándares humanos, nos guiamos por estándares espirituales.
Es un honor tener un Rey como nuestro Padre, y vivir día a día en su reino.
Reflexiona:
- ¿Valoras el reino de Dios?
- ¿Sigues los estandares del reino?
- ¿Eres sumiso a nuestro Rey? ¿A su palabra?