1 de octubre de 2013

"Dichosos los de corazón limpio"



 Mateo 5:8
"Dichosos los de corazón limpio,
porque verán a Dios.

La palabra griega para limpio es katharós, que se usa cuando algo está completamente puro, que no se le ha agregado ninguna mezcla, que no ha sido adulterado ni combinado con nada.



Así que podría parafrasearse esta bienaventuranza como ¡Bendita la persona cuyos motivos son siempre limpios, sin mezcla, ni doblés, porque verá a Dios!




William Barclay hace un comentario pertinente al respecto: “Rara vez se da el caso, hasta en nuestras acciones mejores, de que no haya la menor mezcla de motivos. Si nos entregamos total y generosamente a alguna buena causa, puede que nos quede en el corazón algún resto de propia satisfacción y aprobación, alguna complacencia en la gratitud y alabanza y crédito que cosechamos”.



Jesús siempre fue limpio en sus motivaciones, tuvo la oportunidad en infinitas ocasiones de vanagloriarse, de quedar bien con uno y con otro, de darse las alabanzas, sin embargo siempre tuvo el corazón y motivaciones en el lugar que agrada a Dios.



Esta bienaventuranza nos exige el más severo examen de conciencia. Así que es bueno preguntar ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Detrás de esa buena intención y ese deseo de hacer las cosas bien, hay un corazón que investigar, hay motivaciones que analizar y acciones que poner a prueba.



¿Es nuestro corazón un corazón limpio?

¿Hay algo que no queremos enfrentar? ¿Hay algo que no queremos decir? ¿Amamos con pureza? ¿Servimos a Dios con pureza? ¿Ayudamos a los demás sin deseos de recibir crédito alguno? ¿Somos auténticos o hay motivaciones en el inframundo de nuestra conciencia que nadie sabe?



¿Hacemos lo que hacemos en la iglesia para el Señor o para nuestro propio prestigio? ¿Vamos a la iglesia para encontrarnos con Dios o para cumplir con una costumbre o para que se nos considere respetables?

¿Es nuestra vida de oración y meditación inspirada por un deseo sincero de comunión con Dios o porque nos da un sentimiento agradable?



Examinar nuestro corazón nunca es fácil, es como ir al doctor, a ninguno nos gusta, habrá exámenes, habrá tratamiento, pero a pesar de las molestias que conlleva, es necesario para nuestra salud. Lo mismo es para nuestra salud espiritual, analizarnos, confesar nuestros pecados, ser corregidos siempre generará incomodidades, pero es la única forma de mantener nuestro corazón limpio, pero más aún es la forma en la cual algún día veremos a Dios.



Es un tema crucial, Dios lo ha dicho, en el cielo estarán todos aquellos que tengan limpio el corazón. Yo quiero esforzarme por ser uno de ellos.