Mateo
5:8
"Dichosos los de corazón limpio,
porque verán a Dios.
La
palabra griega para limpio es katharós, que se usa cuando algo está
completamente puro, que no se le ha agregado ninguna mezcla, que no ha sido adulterado
ni combinado con nada.
Así
que podría parafrasearse esta bienaventuranza como ¡Bendita la persona cuyos
motivos son siempre limpios, sin mezcla, ni doblés, porque verá a Dios!
William
Barclay hace un comentario pertinente al respecto: “Rara vez se da el caso,
hasta en nuestras acciones mejores, de que no haya la menor mezcla de motivos.
Si nos entregamos total y generosamente a alguna buena causa, puede que nos
quede en el corazón algún resto de propia satisfacción y aprobación, alguna
complacencia en la gratitud y alabanza y crédito que cosechamos”.
Jesús
siempre fue limpio en sus motivaciones, tuvo la oportunidad en infinitas
ocasiones de vanagloriarse, de quedar bien con uno y con otro, de darse las
alabanzas, sin embargo siempre tuvo el corazón y motivaciones en el lugar que
agrada a Dios.
Esta
bienaventuranza nos exige el más severo examen de conciencia. Así que es bueno
preguntar ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Detrás de esa buena intención y ese
deseo de hacer las cosas bien, hay un corazón que investigar, hay motivaciones
que analizar y acciones que poner a prueba.
¿Es
nuestro corazón un corazón limpio?
¿Hay
algo que no queremos enfrentar? ¿Hay algo que no queremos decir? ¿Amamos con
pureza? ¿Servimos a Dios con pureza? ¿Ayudamos a los demás sin deseos de
recibir crédito alguno? ¿Somos auténticos o hay motivaciones en el inframundo
de nuestra conciencia que nadie sabe?
¿Hacemos
lo que hacemos en la iglesia para el Señor o para nuestro propio prestigio?
¿Vamos a la iglesia para encontrarnos con Dios o para cumplir con una costumbre
o para que se nos considere respetables?
¿Es
nuestra vida de oración y meditación inspirada por un deseo sincero de comunión
con Dios o porque nos da un sentimiento agradable?
Examinar
nuestro corazón nunca es fácil, es como ir al doctor, a ninguno nos gusta,
habrá exámenes, habrá tratamiento, pero a pesar de las molestias que conlleva,
es necesario para nuestra salud. Lo mismo es para nuestra salud espiritual,
analizarnos, confesar nuestros pecados, ser corregidos siempre generará
incomodidades, pero es la única forma de mantener nuestro corazón limpio, pero
más aún es la forma en la cual algún día veremos a Dios.
Es
un tema crucial, Dios lo ha dicho, en el cielo estarán todos aquellos que tengan
limpio el corazón. Yo quiero esforzarme por ser uno de ellos.