Mateo 5:5
"Dichosos
los humildes,
porque
heredarán la tierra prometida.
La recompensa es grande, pero la labor es
todo un desafío. ¿Quién es verdaderamente humilde? Las palabras de Jesús nos
retan y nos alientan a la vez. Escuché la historia de un hombre que le dieron
la medalla por ser “El hombre más humilde del mundo” pero se la quitaron cuando
se la puso.
Me atrevo a decir que todos luchamos con
esto, algunos en más medida que otros.
Mucha gente puede admirar a alguien humilde
pero no estar dispuesto a imitarlo, o pueden quizás a ver a alguien humilde y
relacionarlo con falta de carácter,
debilidad, cobardía, etc., pero ¿Qué es la humildad?
La palabra griega que se traduce como “Manso”
(en algunas Biblias traducen “Humildes”) es “Praus” la cual tiene varios
sentidos, uno de ellos es para hacer referencia a un animal que ha sido
domesticado, que está acostumbrado a obedecer la palabra de mando, que ha
aprendido a obedecer las riendas. Es la palabra que se usa de para referirse a
alguien que ha aprendido a aceptar el control.
Así que podríamos decir que la humildad
tiene que ver con aquella persona que tiene bajo control todos sus instintos,
impulsos y pasiones.
Así que la persona humilde no es la que
carece de carácter sino aquella que lo controla, que tiene un entendimiento de
sus limitaciones y fortalezas, así que escucha, no cree que todo lo sabe o que
siempre tiene la razón, sino que está dispuesta a escuchar todos los puntos de
vista sin afanarse.
Sin humildad no se puede aprender,
porque el primer paso en el aprendizaje es ser conscientes de nuestra propia
ignorancia. No
se le puede enseñar nada a una persona que cree que ya lo sabe todo.
Sin humildad no se puede ver a Dios, porque
todo cristianismo verdadero empieza por darnos cuenta de nuestra verdadera
debilidad. Sin humildad no podemos crecer cuando somos corregidos por Dios, por
la Biblia y por las demás personas.
El orgullo nos estanca como cristianos y nos
aísla al terreno de nuestra propia razón. Sin humildad nunca pediremos perdón,
nunca seguiremos a nadie, nunca tendremos un matrimonio estable, nunca
tendremos amistades duraderas, pero sobre todo SIN HUMILDAD NO HEREDAREMOS LA
TIERRA PROMETIDA, un desafío grande pero con una gran recompensa.
Me impacta el corazón de este salmista, es
el corazón que debemos tener siempre.
Salmo 19:12-13
¿Quién se da cuenta de sus propios errores?
¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas!
Quítale el orgullo a tu siervo; no permitas que el orgullo me domine.
Así
seré un hombre sin tacha; estaré libre de gran pecado.