Jesús entró
en el templo y echó de allí a todos los que estaban vendiendo y comprando.
Volcó las mesas de los que cambiaban dinero a la gente, y los puestos de los
que vendían palomas; y les dijo: En las Escrituras se dice:«Mi casa será
declarada casa de oración», pero ustedes están haciendo de ella una cueva de
ladrones. (Mateo 21:12-13)
Seguimos narrando eventos en la semana en que Jesús
fue crucificado. Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que
estaban vendiendo.
¿Por qué se enojó
Jesús?
En este Atrio de los
Gentiles se llevaban a cabo dos clases de transacciones. Una era el cambio
de dinero. Todos los judíos tenían que pagar el impuesto del templo el cual
se pagaba poco antes de la Pascua. Un mes antes, se instalaban puestos en todos
los pueblos y aldeas; donde se podía pagar; pero después de una cierta fecha
solo se podía pagar en el templo mismo; y sería allí donde lo pagaría la
inmensa mayoría de los peregrinos judíos de otras tierras.
Este impuesto tenía que
pagarse en cierta moneda en curso, así que la función de los cambistas era
cambiar la moneda no aceptable por otra aceptable. Esa parecía ser a todas
luces una función necesaria; pero el problema era que estos cambistas se
aprovechaban de esto y cobraban una comisión elevada por la transacción. De
esta manera aunque tenia un propósito practico, realmente se prestaba para el
abuso y la explotación de peregrinos que habían llegado para adorar a Dios.
La venta de palomas era
peor. Para la mayor parte de los visitantes del templo alguna clase de ofrenda
era esencial. Las palomas, por ejemplo, se necesitaban cuando una mujer venía a
purificarse después de tener un hijo, o cuando un leproso venía a que se le
diera el certificado de curación (Levítico 12:8; 14:22; 15:14,29).
El problema no era que
estuviera gente vendiendo palomas, el problema era que le subían el precio con
intención de explotar y aprovecharse así de la gente humilde que con corazón
sincero quería adorar a Dios.
Entonces Jesús se
indigna con aquellos que en el nombre de la religión explotan a sus semejantes.
En vez de facilitarles el acceso a Dios, prácticamente les robaban su dinero. La
religión puede ser fuente de dinero, pero nunca debe usarse para obtener
ganancias o hacer negocio con ella.
¿Qué mas vemos en el
corazón de Jesús?
Su convicción.
Algo estaba mal en esas
personas, estaban ofendiendo a Dios, lo que hacían iba en contra de los
principios bíblicos y su actitud fue hacer algo al respecto.
¿Qué hacemos cuando vemos que alguien está pecando?
Hoy en día tratamos de quedar bien con todo el mundo, la confrontación sincera
ya no es parte de nuestro comportamiento, optamos por voltear la mirada, por
llevar una vida tranquila con nuestros amigos, hermanos, conocidos, familia,
lideres, etc. Sin embargo cuando lo hacemos nos volvemos cómplices.
También ocurre que cuando llevamos una vida que
coquetea con el pecado, no tenemos el valor de confrontar a los demás, es cuando
decidimos hacernos de la vista gorda.
Nuestra convicción es lo que nos va a definir como
Cristianos, viene de un deseo ferviente de que se haga lo que Dios dice, sin
importar lo demás. Convicción no es enojo sin sentido, es un celo por agradar a
Dios y sus mandatos.
Volvamos a observar el corazón de Jesús, en mero
mercado, plagado de gentes con pocos valores, vemos a un Jesús haciendo lo correcto.
Tenemos a un Maestro valiente, con carácter, a un Jesús que nos inspira, a un
Salvador cuya convicción y amor a Dios era más importante que cualquier otra
cosa.