Mateo 7:11
Ver a nuestros hijos reír, correr, hablar, dormir,
nos hace sentirnos agradecidos con la oportunidad de ser Padres, y nos hace
entender que han llenado un espacio en nuestra vida que es único. Escucharlos
decir “Papá” o “Mamá” es tan satisfactorio como escuchar nuestra música
favorita.
Ese sentimiento de verlos y querer darles lo mejor,
como una respuesta hacia toda la felicidad que nos hacen sentir. Los verdaderos
Padres sueñan con darle lo mejor a sus hijos.
Pensemos en Dios. Esta escritura hace que vallamos
más allá de ver la forma en que Dios nos ama. Dios nos dice: “Ustedes ni se imaginan
lo que es querer dar lo mejor a sus hijos, aún el Padre más amoroso y soñador
de este mundo se queda corto comparado con el deseo que yo tengo de darles lo
mejor a ustedes”.
El amor de Dios para sus hijos es supremo, pleno,
infinito… nuestros deseos para nuestros hijos son minúsculos comparados con los
deseos que tiene Dios de darnos lo mejor a nosotros.
Cuando pienses que Dios no te ama, que no sueña por
tu vida, que no desea lo mejor para ti, lee esta escritura y entiende las
palabras de Dios…Si ustedes siendo pecadores saben dar cosas buenas a sus
hijos, imagínate yo, que soy puro, santo, que amo con un amor perfecto…cuanto
más yo tengo sueños y deseo darte lo mejor.
Alabado sea nuestro Padre, que nos ama más de lo que
podemos pensar o creer y que está dispuesto siempre a darnos lo mejor.